Sir Francis Burton
El primer medidor de penes mundial.
31 de marzo.- Me encanta leer las revistas que las compañías aéreas ofrecen a los pasajeros en sus aviones. Sí, las que acompañan a la bolsa de los vómitos y las instrucciones de seguridad, en el bolsillo delantero del asiento. Ah, y ahora también podemos encontrar el menú con los precios de los panchitos y la coca-cola, porque ya no los dan gratis... (daños colaterales del 11-S, en serio).
Hay personas que las ojean con cierto desdén o mucha desgana. Ya, la letra impresa, aunque vaya acompañada de fotos a todo color de destinos paradisíacos, suele impresionar mucho en nuestro país.
También es cierto que los viajeros habituales, como los usuarios diarios (que los hay) o semanales del puente aéreo, no suelen entusiasmarse con estas publicaciones, básicamente porque tienen una periodicidad mensual y, la verdad, al cabo de dos vuelos, ya te las sabes de cabo a rabo, ya no te sorprende lo maravillosamente grande que es Kazajstán en un mapamundi y te sabes de memoria todas las rutas que ofrece la línea aérea en cuestión, así como su flota.
Yo suelo leer estas revistas corporativas con absoluta fruición y de pe a pa. No sólo por compañerismo periodístico, que también, sino porque suelen ser fuente de inspiración en más de una ocasión. El otro día, gracias a la revista ’Spanorama’, de Spanair, claro, en su sección ’Grandes viajeros’, descubrí la figura de Sir Francis Burton, un personaje de importancia histórica con todas las de la ley.
Este caballero, militar, aventurero, explorador y un largo etcétera, fue el primer ciudadano occidental en conseguir entrar en La Meca, en 1853, además de traducir al inglés ’Las mil y una noches’ y nada más y nada menos que el Kama Sutra. Burton fue uno de los personajes más controvertidos de la era victoriana precisamente por su interés en la sexualidad humana, algo que en pleno apogeo del puritanismo le creó más de un problema.
Durante sus expediciones por África u Oriente Medio, Burton solía mostrar un inusual interés en la sexualidad. En sus cuadernos de viaje anotaba las costumbres y técnicas sexuales de los diferentes pueblos con los que contactaba, dando a entender en más de una ocasión que había participado en algunos de ellos, para escándalo de sus conciudadanos.
Y dale con el tamaño...
Por si esto fuera poco en aquella época, al mismo tiempo que intentaba encontrar dónde nacía el río Nilo, también se encargó de hacer mediciones de la longitud de los penes de los habitantes de varias regiones por las que pasó en sus expediciones. En este sentido, podríamos decir que este hombre fue un verdadero pionero de la sexología. Sin duda, sus métodos y sus fines siguen siendo muy llamativos, especialmente por lo que respecta al tema del tamaño del pene, sin embargo no podemos dejar de lado que, por puro falocentrismo histórico, éste es uno de los temas estrella del estudio de la sexualidad humana.
Desde que Sir Francis Burton recorrió la sabana africana armado de una cinta métrica ha llovido muchísimo, pero los estudios sobre el tamaño del pene se han sucedido sin parar. Alfred Kinsey, el padre de la sexología moderna, incluyó en su famoso Informe publicado en 1948 una clasificación general de la población masculina mundial extrapolando los datos obtenidos tras el estudio y la observación de 2770 hombres. El promedio de su investigación arrojó los siguientes datos:
- Pene pequeño (menos de 14 centímetros de longitud), 28’3%
- Pene mediano (entre 15 y 17 centímetros) 50’3%
- Pene grande (entre 18 y 20 centímetros), 15’2%
- Pene enorme (más de 20 centímetros), 6’2%
Posteriores estudios realizados arrojan unos datos que no difieren demasiado de los aportados por el Informe Kinsey. O sea, que en la mayoría de los casos, el pene tiene una longitud que oscila entre los 13 y los 15 centímetros. Hay que tener en cuenta que, cuanto más pequeño es un pene, más suele crecer en el momento de la erección. Un pene fláccido de menos de 7’5 centímetros incrementa su tamaño en un 260% en el momento de la erección. En el caso de los penes que exceden esos 7’5 centímetros de referencia, el aumento sólo es del 165%. Cuestión de justicia divina, sin duda.
El MUndo
31 de marzo.- Me encanta leer las revistas que las compañías aéreas ofrecen a los pasajeros en sus aviones. Sí, las que acompañan a la bolsa de los vómitos y las instrucciones de seguridad, en el bolsillo delantero del asiento. Ah, y ahora también podemos encontrar el menú con los precios de los panchitos y la coca-cola, porque ya no los dan gratis... (daños colaterales del 11-S, en serio).
Hay personas que las ojean con cierto desdén o mucha desgana. Ya, la letra impresa, aunque vaya acompañada de fotos a todo color de destinos paradisíacos, suele impresionar mucho en nuestro país.
También es cierto que los viajeros habituales, como los usuarios diarios (que los hay) o semanales del puente aéreo, no suelen entusiasmarse con estas publicaciones, básicamente porque tienen una periodicidad mensual y, la verdad, al cabo de dos vuelos, ya te las sabes de cabo a rabo, ya no te sorprende lo maravillosamente grande que es Kazajstán en un mapamundi y te sabes de memoria todas las rutas que ofrece la línea aérea en cuestión, así como su flota.
Yo suelo leer estas revistas corporativas con absoluta fruición y de pe a pa. No sólo por compañerismo periodístico, que también, sino porque suelen ser fuente de inspiración en más de una ocasión. El otro día, gracias a la revista ’Spanorama’, de Spanair, claro, en su sección ’Grandes viajeros’, descubrí la figura de Sir Francis Burton, un personaje de importancia histórica con todas las de la ley.
Este caballero, militar, aventurero, explorador y un largo etcétera, fue el primer ciudadano occidental en conseguir entrar en La Meca, en 1853, además de traducir al inglés ’Las mil y una noches’ y nada más y nada menos que el Kama Sutra. Burton fue uno de los personajes más controvertidos de la era victoriana precisamente por su interés en la sexualidad humana, algo que en pleno apogeo del puritanismo le creó más de un problema.
Durante sus expediciones por África u Oriente Medio, Burton solía mostrar un inusual interés en la sexualidad. En sus cuadernos de viaje anotaba las costumbres y técnicas sexuales de los diferentes pueblos con los que contactaba, dando a entender en más de una ocasión que había participado en algunos de ellos, para escándalo de sus conciudadanos.
Y dale con el tamaño...
Por si esto fuera poco en aquella época, al mismo tiempo que intentaba encontrar dónde nacía el río Nilo, también se encargó de hacer mediciones de la longitud de los penes de los habitantes de varias regiones por las que pasó en sus expediciones. En este sentido, podríamos decir que este hombre fue un verdadero pionero de la sexología. Sin duda, sus métodos y sus fines siguen siendo muy llamativos, especialmente por lo que respecta al tema del tamaño del pene, sin embargo no podemos dejar de lado que, por puro falocentrismo histórico, éste es uno de los temas estrella del estudio de la sexualidad humana.
Desde que Sir Francis Burton recorrió la sabana africana armado de una cinta métrica ha llovido muchísimo, pero los estudios sobre el tamaño del pene se han sucedido sin parar. Alfred Kinsey, el padre de la sexología moderna, incluyó en su famoso Informe publicado en 1948 una clasificación general de la población masculina mundial extrapolando los datos obtenidos tras el estudio y la observación de 2770 hombres. El promedio de su investigación arrojó los siguientes datos:
- Pene pequeño (menos de 14 centímetros de longitud), 28’3%
- Pene mediano (entre 15 y 17 centímetros) 50’3%
- Pene grande (entre 18 y 20 centímetros), 15’2%
- Pene enorme (más de 20 centímetros), 6’2%
Posteriores estudios realizados arrojan unos datos que no difieren demasiado de los aportados por el Informe Kinsey. O sea, que en la mayoría de los casos, el pene tiene una longitud que oscila entre los 13 y los 15 centímetros. Hay que tener en cuenta que, cuanto más pequeño es un pene, más suele crecer en el momento de la erección. Un pene fláccido de menos de 7’5 centímetros incrementa su tamaño en un 260% en el momento de la erección. En el caso de los penes que exceden esos 7’5 centímetros de referencia, el aumento sólo es del 165%. Cuestión de justicia divina, sin duda.
El MUndo
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