Origen de la palabra manola
Es por Semana Santa, cuando vemos a muchas señoritas vestidas elegantemente de negro con mantilla y peineta en las procesiones (no todas, ¿eh?..... que algunas en vez de ir de luto detrás del Cristo, con sus excesivos adornos , pasadas cien vueltas de maquillaje y atuendo minifaldero más parece que van a la verbena de la Paloma...).
Se las llama "Manolas" y representan a las mujeres de luto que lloran la muerte y celebran la resurrección de Cristo;dependiendo de la fecha, lo hacen con mantilla negra --Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo-- o con mantilla blanca o cruda --Domingo de Resurrección--.
En el siglo XX , la mantilla usada como prenda cotidiana para pasear por las tardes, se fue desarraigando de las costumbres femeninas. Únicamente en el primer tercio del siglo las mujeres utilizaban para ir a misa pequeñas mantillas, conocidas por toquitas y de media luna. De esta manera, el uso de la mantilla fue quedando relegado a ciertas conmemoraciones y actos, y muy especialmente para la Semana Santa.
El Término "Manolo":
Manolo es el hipocorístico de Manuel, y desde finales del siglo XVIII, por un famoso sainete de Ramón de la Cruz (1769) se utiliza como sinónimo de guapo, valiente o chulo, los rasgos con los que se identificaba a las clases populares madrileñas, de un modo equivalente al concepto de majo (para las mujeres, manola y maja) y en relación con los de chulapo y chispero.
Manolos y majos goyescos
Son los personajes que inmortalizaron los cuadros de escenas populares de Goya, sobre todo sus series de cartones para tapices (La maja y los embozados, La cometa), o las famosas La maja desnuda y La maja vestida (aunque la personalidad de la retratada es objeto de debate). El casticismo de la aristocracia española la hacía imitar el vestuario y la pose de los "manolos", de forma que es habitual que Goya también pintase a nobles con ropa similar. De una forma más trágica, también pueden reconocerse "manolos" o "majos" en los personajes que aparecen en Dos de mayo de 1808 y en Los fusilamientos del tres de mayo.
Simultáneamente (y con evidentes resultados de integración social, véase Pan y Toros) se desarrolló el toreo a pie, que convertía en héroes y sacaba de la pobreza a estos personajes populares (antes se prefería el toreo a caballo, reservado a la nobleza), con lo que el traje llamado "goyesco" (redecilla para el pelo en ambos sexos, corpiño ajustado y escotado, pañuelo, mangas con farol y falda de vuelo con mandil para las mujeres; y pañuelo al cuello, chaquetilla, calzón hasta las rodillas y medias para los hombres) inmortalizado en la serie de grabados Tauromaquia, pasó a ser el de los toreros, evolucionando durante el siglo XIX al actual traje de luces.
Hay que recordar que el protagonismo de las masas en la historia española, y muy concretamente en Madrid, empieza a ser percibido desde el motín de Esquilache (1766), y más adelante se hace evidente la Guerra de Independencia Española (1808). Lo ambivalente de ese protagonismo es también el de la figura del "manolo", al que puede entenderse tanto como un epíteto admirativo como despectivo, según la intención del que lo use. Desde un punto de vista ilustrado, podría considerarse como el resumen de todos los vicios de un pueblo sumido en el atraso. Desde un punto de vista casticista, de las virtudes de la raza española. La postura de Goya es mucho más compleja, y toma parte de ambas.
Manolos y chulapos
Existió por algún tiempo la rivalidad entre manolos y manolas, nombres asignados a los habitantes del barrio de Lavapiés (lo que tendría su origen en la profusión del nombre Manuel, con el que se dice que se bautizaron muchos judeoconversos, aunque en otras fuentes se asocia esta costumbre con los moriscos), y los chulapos y chulapas, nombres asignados a los del barrio de Malasaña o de Maravillas. Hoy en día se suelen emplear cualquiera de los términos indistintamente (no así el de majo o maja, que se reserva al traje goyesco) para referirse a la gente vestida con el atuendo "tradicional" madrileño, fijado por las zarzuelas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX (por ejemplo en La verbena de la Paloma) chaquetilla o chaleco con clavel en la solapa, pantalones oscuros y ajustados, gorra negra a cuadros, botines y pañuelo blanco al cuello y ellas con pañuelo a la cabeza con clavel rojo o blanco, blusa blanca y ajustada con falda de lunares o vestido típico de lunares hasta los pies y Mantón de Manila
http://es.wikipedia.org/wiki/Chulapo
Son los personajes que inmortalizaron los cuadros de escenas populares de Goya, sobre todo sus series de cartones para tapices (La maja y los embozados, La cometa), o las famosas La maja desnuda y La maja vestida (aunque la personalidad de la retratada es objeto de debate). El casticismo de la aristocracia española la hacía imitar el vestuario y la pose de los "manolos", de forma que es habitual que Goya también pintase a nobles con ropa similar. De una forma más trágica, también pueden reconocerse "manolos" o "majos" en los personajes que aparecen en Dos de mayo de 1808 y en Los fusilamientos del tres de mayo.
Simultáneamente (y con evidentes resultados de integración social, véase Pan y Toros) se desarrolló el toreo a pie, que convertía en héroes y sacaba de la pobreza a estos personajes populares (antes se prefería el toreo a caballo, reservado a la nobleza), con lo que el traje llamado "goyesco" (redecilla para el pelo en ambos sexos, corpiño ajustado y escotado, pañuelo, mangas con farol y falda de vuelo con mandil para las mujeres; y pañuelo al cuello, chaquetilla, calzón hasta las rodillas y medias para los hombres) inmortalizado en la serie de grabados Tauromaquia, pasó a ser el de los toreros, evolucionando durante el siglo XIX al actual traje de luces.
Hay que recordar que el protagonismo de las masas en la historia española, y muy concretamente en Madrid, empieza a ser percibido desde el motín de Esquilache (1766), y más adelante se hace evidente la Guerra de Independencia Española (1808). Lo ambivalente de ese protagonismo es también el de la figura del "manolo", al que puede entenderse tanto como un epíteto admirativo como despectivo, según la intención del que lo use. Desde un punto de vista ilustrado, podría considerarse como el resumen de todos los vicios de un pueblo sumido en el atraso. Desde un punto de vista casticista, de las virtudes de la raza española. La postura de Goya es mucho más compleja, y toma parte de ambas.
Manolos y chulapos
Existió por algún tiempo la rivalidad entre manolos y manolas, nombres asignados a los habitantes del barrio de Lavapiés (lo que tendría su origen en la profusión del nombre Manuel, con el que se dice que se bautizaron muchos judeoconversos, aunque en otras fuentes se asocia esta costumbre con los moriscos), y los chulapos y chulapas, nombres asignados a los del barrio de Malasaña o de Maravillas. Hoy en día se suelen emplear cualquiera de los términos indistintamente (no así el de majo o maja, que se reserva al traje goyesco) para referirse a la gente vestida con el atuendo "tradicional" madrileño, fijado por las zarzuelas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX (por ejemplo en La verbena de la Paloma) chaquetilla o chaleco con clavel en la solapa, pantalones oscuros y ajustados, gorra negra a cuadros, botines y pañuelo blanco al cuello y ellas con pañuelo a la cabeza con clavel rojo o blanco, blusa blanca y ajustada con falda de lunares o vestido típico de lunares hasta los pies y Mantón de Manila
http://es.wikipedia.org/wiki/Chulapo
Conclusión:, los manolos/as vivían en el barrio de Lavapiés, que en un tiempo fue el barrio judío de Madrid , y parece ser que entre los judíos que se convertían al cristianismo un buen número adoptaba como nombre cristiano el de Manuel, así que por derivación .....los castizos madrileños les llamaban “manolos”. Con lo que si unimos este nombre, no tan despectivo por tanto como pueda parecer hoy en día, a la costumbre de vestir mantilla en actos religiosos, pues nos encontramos con nuestras actuales “manolas”. Algo asi......
Aunque el origen no es del todo bien conocido, se cree que los primeros velos y mantos que utilizaban las mujeres como adorno y como prenda de abrigo, son el origen de las primeras mantillas conocidas; fueron utilizadas, principalmente, como piezas ornamentales en el vestuario de la mujer.La evolución de esta prenda estuvo marcada por factores sociales, religiosos e incluso climáticos. Estos últimos eran visibles, en el tipo de tejido utilizado para su confección. En la zona norte se utilizaban tejidos tupidos con una finalidad clara: servir de abrigo. En la zona sur, se utilizaban tejidos con fines meramente ornamentales, como la seda. En ambos casos, podían ir finamente ornamentadas, las de "fiesta" que se lucían en ocasiones señaladas, o sencillamente adornadas, las de "diario". Los primeros usos de la mantilla, se dieron entre el pueblo. No eran utilizadas por las altas clases sociales o aristocracia. Eran utilizadas, mas a modo de manto de abrigo que como prenda ornamental, sin hacer uso de la peineta.A principios del siglo XVII, comienza un evolución de la mantilla dejando paso a una pieza más ornamental en el vestuario femenino, al sustituir, poco a poco, el paño por los encajes. Poco a poco, empieza a extenderse el uso de esta prenda como ornamento, aunque habría que esperar hasta bien entrado el siglo XVIII para que la mantilla empiece a ser utilizadas por las clases más altas. La reina Isabel II (1.833-1.868), muy aficionada al uso de tocados y diademas, empieza a popularizar el uso de la mantilla, costumbre que pronto adoptan las mujeres más cercanas a ella. Las damas cortesanas y de altos estratos sociales, comienzan a utilizar esta prenda en diversos actos sociales, lo que contribuye, en gran medida, a darle un aire distinguido, tal y como ha llegado a nuestros días (aunque su uso es muy limitado y poco generalizado).Su uso, tiene un claro retroceso, a la muerte de la soberana, aunque mantiene un cierto arraigo en el centro y sur de la península. Como podemos ver, se mantiene su uso, en lugares donde la utilización no tiene nada ver como prenda de abrigo sino meramente ornamental. Aun hoy en día perdura esta costumbre y es más fácil ver mantillas en el centro o sur de nuestro país que en la zona norte.El reducido uso de la mantilla en épocas siguientes al reinado de Isabel II, tiene ,entre otros motivos, su origen en el uso de otras costumbres que imponían los nuevos monarcas. Un hecho reseñable, es el conocido como "la conspiración de las mantillas". Un forma de protesta de las mujeres españolas frente a las nuevas costumbres extranjeras que parecían querer imponer Amadeo I rey de España (Amadeo de Saboya 1845-1890) y su esposa Maria Victoria. (Se manifestaron por las calles de Madrid llevando en lugar de sombreros, mantillas y peinetas).
Amadeo I renunció al trono de España al cabo de poco tiempo (tres años aproximadamente), debido a la "ingobernabilidad" de los españoles.A finales del siglo XIX y principios del XX, la mantilla deja de ser una prenda de uso "cotidiano" en eventos, y empieza su declive. Tan solo se conserva, una pequeña "mantilla" que suelen utilizar la señoras en la iglesia, a la que se la conocía como "toquilla" (pañuelo, generalmente triangular, que se ponen las mujeres en a cabeza). Podemos indicar que se trata de una versión "reducida" de la mantilla, que se viste sin peineta.Actualmente, la mantilla se puede ver, casi de forma exclusiva, en los toros, la Semana Santa y en las bodas. No es fácil verla en otros eventos o ceremonias. Y hablando de ceremonias, vamos a ver como "vestir" la mantilla.
Mi madre, de mantilla en el "besamanos" de Lici..... Y mis niñas y yo que tambien tenemos.......
Que nos la regaló ella.
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua la mantilla es: Prenda de seda, blonda, lana u otro tejido, adornado a veces con tul o encaje, que usan las mujeres para cubrirse la cabeza y los hombros en fiestas o actos solemnes.
La mantilla es una prenda que se luce en muchos tipos de actos. La podemos ver en bodas, celebraciones taurinas, procesiones de Semana Santa, entierros y funerales, etc. Por lo tanto podemos decir que es una prenda todo terreno.
Ahora bien, la mantilla tienes sus reglas y sus componentes:
1. El largo de la mantilla. Cada mantilla debe contar con el largo adecuado a la persona que la viste. Por la parte delantera tiene que llegar a la altura de las manos y por la parte trasera tiene que llegar hasta unos dedos por debajo de la cadera. Nunca debe ser más larga que la falda que vista. Para evitar el "vuelo" de la mantilla, es conveniente sujetarla al vestido de forma discreta (generalmente por los hombros).
2. El color de la mantilla. De forma general, aunque luego no se cumplan estas pautas, las mantillas de color se utilizan para fiestas, celebraciones y ceremonias no luctuosas. La de color negro para ceremonias luctuosas, funerales y celebraciones que impliquen un cierto recogimiento (como la Semana Santa). Ahora bien, existen algunas publicaciones en las que se indica que la mantilla blanca es la que lucen las mujeres solteras y la negra las mujeres casadas (al menos en las bodas y celebraciones festivas).
3. El tejido: Aunque las opciones son múltiples, los tejidos más utilizados son:
a) Blonda: es un tipo de encaje de seda, caracterizado por la utilización de grandes motivos, sobre todo florales, que se realizan en seda más brillante que el resto de la mantilla (que se suele realizar en seda mate, para hacer resaltar más los bordados). Tiene una característica muy peculiar, que son las ondulaciones de sus bordes, al que algunos autores han denominado "puntas de castañuelas" por su similitud con estas.
b) Chantilly: como su nombre indica, utilizan un tejido proveniente de esta ciudad francesa, ligero y elegante. Al igual que el resto de las mantillas, suele estar profusamente bordado de diversos motivos.
c) Tul: es un tejido delgado y transparente, de seda, hilo o algodón, y podemos decir que el tachado de más "corriente" para las mantillas. Suelen utilizarse a modo de imitación de las mantillas de blonda y chantilly. Son las conocidas mantillas de encaje.
4. La peineta. Según el diccionario de la Real Academia Española de la lengua la peineta es: Peine convexo que usan las mujeres por adorno o para asegurar el peinado. La peineta es el complemento indispensable para lucir de forma elegante la mantilla. Hay que elegir una peineta acorde a nuestra altura y la de nuestro acompañante. Aunque las hay de muchos tipos de material, una de las mejores son las de carey. Las peinetas altas son más difíciles de llevar que las cortas o bajas.
Vestir la mantilla.
La mantilla, como hemos dicho anteriormente, debe contar con el largo adecuado a nuestra altura y debe colocarse bien centrada y "equilibrada". Decimos esto porque es poco elegante (incluso feo) ver esas mantillas t orcidas que dan la impresión de un poco de dejadez. Dicen los estilistas, que un truco para hacer una buena sujeción y con suficiente "holgura", es ladear la cabeza al lado izquierdo, y sujetar la mantilla del hombro derecho y viceversa (ladear la cabeza hacia la derecha y sujetar la mantilla en el hombro izquierdo).
En cuanto a la peineta debe elegirse una de tamaño adecuado a nuestro tamaño y el de la mantilla, y ajustarla bien al moño, cubriéndola de forma correcta con la mantilla y bien centrada. La mantilla debe cubrir bien la peineta y estar "equilibrada", es decir, tener la misma caída por ambos lados.
Para las bodas: Si la boda es durante el día (hasta media tarde) se debe lucir con traje corto o tipo cóctel (un poco por debajo de la media rodilla). Si la boda es de tarde-noche, se deberá vestir con traje de noche (vestido largo). Un detalle a tener en cuenta es que, principalmente, se viste en ceremonias religiosas (por lo tanto en bodas civiles es mejor no decantarnos por este vestuario) y ceremonias de cierta etiqueta, cuando se viste de chaqué o de gala. Según marca la tradición, la mantilla blanca o marfíl, solo la visten las solteras, y la mantilla negra, queda reservada para las casadas (aunque como muchas otras costumbres o tradiciones, no es muy tomada en cuenta). El conjunto se puede acompañar de alguna flor.
Para lo funerales: Debe ser negra, lucirse con vestido corto y siempre sin peineta (aunque apenas se cumpla esta norma). En actos de este tipo se debe prescindir de la peineta y lucir la mantilla a modo de velo. Nada de flores para complementar el conjunto, ni joyas o bisutería de colores. Las clásicas perlas son el mejor complemento. O complementos de plata antigua.
Para la Semana Santa: Hay que vestir mantilla negra, con peineta y vestido negro, corto. Es una muestra de recogimiento, mas que de luto. Complementos, pocos y sobrios. Nada de flores o notas de color en el vestuario. Joyas de azabache y plata, son el mejor complemento. Hasta el Viernes Santo, la mantilla puede ir retirada hacia atrás dejando lucir el pelo (un poco más que el flequillo). El Viernes Santo y hasta el Domingo de Resurrección la mantilla debe tapar todo nuestro pelo colgando hasta la frente.
Para los toros: Que sería de una tarde de toros sin el tendido plagado de mantillas. La mantilla blanca y de madroños es típica para ir a los toros, decían algunos libros de la época. Los toros son uno de los lugares donde actualmente se pueden ver más mantillas. Una mantilla blanca, un traje corto y un abanico en la mano, es la estampa tradicional para una tarde de toros.
Otros actos, eventos y ceremonias: La mantilla se debe lucir con el vestido apropiado a la ocasión (corto de día, largo por la noche), con los complementos adecuados (sobrios para ocasiones luctuosas y más coloristas para celebraciones festivas).
Como curiosidad diremos que por una dispensa Papal solamente las Reinas de España y Portugal pueden lucir mantilla blanca ante el Papa; y como en Portugal no hay monarquía regente, teóricamente, solo la reina de España estaría en disposición de vestir mantilla blanca ante el Papa. Por alguna razón, que desconocemos, el resto de las reinas de Europa han "asimilado" este derecho y visten de mantilla blanca ante el Papa. En ningún momento a lo largo de la historia, se conoce dispensa alguna o ley donde se conceda este derecho al resto de reinas europeas.
La mantilla es una prenda que se luce en muchos tipos de actos. La podemos ver en bodas, celebraciones taurinas, procesiones de Semana Santa, entierros y funerales, etc. Por lo tanto podemos decir que es una prenda todo terreno.
Ahora bien, la mantilla tienes sus reglas y sus componentes:
1. El largo de la mantilla. Cada mantilla debe contar con el largo adecuado a la persona que la viste. Por la parte delantera tiene que llegar a la altura de las manos y por la parte trasera tiene que llegar hasta unos dedos por debajo de la cadera. Nunca debe ser más larga que la falda que vista. Para evitar el "vuelo" de la mantilla, es conveniente sujetarla al vestido de forma discreta (generalmente por los hombros).
2. El color de la mantilla. De forma general, aunque luego no se cumplan estas pautas, las mantillas de color se utilizan para fiestas, celebraciones y ceremonias no luctuosas. La de color negro para ceremonias luctuosas, funerales y celebraciones que impliquen un cierto recogimiento (como la Semana Santa). Ahora bien, existen algunas publicaciones en las que se indica que la mantilla blanca es la que lucen las mujeres solteras y la negra las mujeres casadas (al menos en las bodas y celebraciones festivas).
3. El tejido: Aunque las opciones son múltiples, los tejidos más utilizados son:
a) Blonda: es un tipo de encaje de seda, caracterizado por la utilización de grandes motivos, sobre todo florales, que se realizan en seda más brillante que el resto de la mantilla (que se suele realizar en seda mate, para hacer resaltar más los bordados). Tiene una característica muy peculiar, que son las ondulaciones de sus bordes, al que algunos autores han denominado "puntas de castañuelas" por su similitud con estas.
b) Chantilly: como su nombre indica, utilizan un tejido proveniente de esta ciudad francesa, ligero y elegante. Al igual que el resto de las mantillas, suele estar profusamente bordado de diversos motivos.
c) Tul: es un tejido delgado y transparente, de seda, hilo o algodón, y podemos decir que el tachado de más "corriente" para las mantillas. Suelen utilizarse a modo de imitación de las mantillas de blonda y chantilly. Son las conocidas mantillas de encaje.
4. La peineta. Según el diccionario de la Real Academia Española de la lengua la peineta es: Peine convexo que usan las mujeres por adorno o para asegurar el peinado. La peineta es el complemento indispensable para lucir de forma elegante la mantilla. Hay que elegir una peineta acorde a nuestra altura y la de nuestro acompañante. Aunque las hay de muchos tipos de material, una de las mejores son las de carey. Las peinetas altas son más difíciles de llevar que las cortas o bajas.
Vestir la mantilla.
La mantilla, como hemos dicho anteriormente, debe contar con el largo adecuado a nuestra altura y debe colocarse bien centrada y "equilibrada". Decimos esto porque es poco elegante (incluso feo) ver esas mantillas t orcidas que dan la impresión de un poco de dejadez. Dicen los estilistas, que un truco para hacer una buena sujeción y con suficiente "holgura", es ladear la cabeza al lado izquierdo, y sujetar la mantilla del hombro derecho y viceversa (ladear la cabeza hacia la derecha y sujetar la mantilla en el hombro izquierdo).
En cuanto a la peineta debe elegirse una de tamaño adecuado a nuestro tamaño y el de la mantilla, y ajustarla bien al moño, cubriéndola de forma correcta con la mantilla y bien centrada. La mantilla debe cubrir bien la peineta y estar "equilibrada", es decir, tener la misma caída por ambos lados.
Para las bodas: Si la boda es durante el día (hasta media tarde) se debe lucir con traje corto o tipo cóctel (un poco por debajo de la media rodilla). Si la boda es de tarde-noche, se deberá vestir con traje de noche (vestido largo). Un detalle a tener en cuenta es que, principalmente, se viste en ceremonias religiosas (por lo tanto en bodas civiles es mejor no decantarnos por este vestuario) y ceremonias de cierta etiqueta, cuando se viste de chaqué o de gala. Según marca la tradición, la mantilla blanca o marfíl, solo la visten las solteras, y la mantilla negra, queda reservada para las casadas (aunque como muchas otras costumbres o tradiciones, no es muy tomada en cuenta). El conjunto se puede acompañar de alguna flor.
Para lo funerales: Debe ser negra, lucirse con vestido corto y siempre sin peineta (aunque apenas se cumpla esta norma). En actos de este tipo se debe prescindir de la peineta y lucir la mantilla a modo de velo. Nada de flores para complementar el conjunto, ni joyas o bisutería de colores. Las clásicas perlas son el mejor complemento. O complementos de plata antigua.
Para la Semana Santa: Hay que vestir mantilla negra, con peineta y vestido negro, corto. Es una muestra de recogimiento, mas que de luto. Complementos, pocos y sobrios. Nada de flores o notas de color en el vestuario. Joyas de azabache y plata, son el mejor complemento. Hasta el Viernes Santo, la mantilla puede ir retirada hacia atrás dejando lucir el pelo (un poco más que el flequillo). El Viernes Santo y hasta el Domingo de Resurrección la mantilla debe tapar todo nuestro pelo colgando hasta la frente.
Para los toros: Que sería de una tarde de toros sin el tendido plagado de mantillas. La mantilla blanca y de madroños es típica para ir a los toros, decían algunos libros de la época. Los toros son uno de los lugares donde actualmente se pueden ver más mantillas. Una mantilla blanca, un traje corto y un abanico en la mano, es la estampa tradicional para una tarde de toros.
Otros actos, eventos y ceremonias: La mantilla se debe lucir con el vestido apropiado a la ocasión (corto de día, largo por la noche), con los complementos adecuados (sobrios para ocasiones luctuosas y más coloristas para celebraciones festivas).
Como curiosidad diremos que por una dispensa Papal solamente las Reinas de España y Portugal pueden lucir mantilla blanca ante el Papa; y como en Portugal no hay monarquía regente, teóricamente, solo la reina de España estaría en disposición de vestir mantilla blanca ante el Papa. Por alguna razón, que desconocemos, el resto de las reinas de Europa han "asimilado" este derecho y visten de mantilla blanca ante el Papa. En ningún momento a lo largo de la historia, se conoce dispensa alguna o ley donde se conceda este derecho al resto de reinas europeas.
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bibiana estevez -