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ladymarjorie

capítulo 6

Dejaron Poitou Charentes con nubes y claros, atravesaron Vendée con llovizna , y para cuando traspasaron la frontera con Morbihan un diluvio se cernía sobre los carruajes.
La lluvia siempre les había provocado remembranza.

-Si al menos Madame Moustach estuviera aquí para ayudarnos- suspiró Cordelia mientras se agarraba a un estante tras un fuerte bache.
- Ya hemos demostrado que somos mayorcitas para muchas cosas. Nos debemos a lo que hemos conseguido, y a lo que conseguiremos por nosotras mismas.
- Ser mujer en esta época no tiene mérito por una misma, o recuerda que para llegar donde estás has pasado por camas de palacio, lechos de obispado, tálamos de capitanías, literas en hostales de mala muerte e incluso catres improvisados.
-Y para que ascendieras tú también, no lo olvides nunca.
-Madame Moustach cuidaba mi virgo como jamás cuido el suyo, pero haber sido doncella en aquel tiempo ¿de qué me sirvió?
-Conseguiste ser la mujer más famosa de Paris gracias a tu virtud y gracias a eso, casi reina.
-Sí, casi- suspiró Cordelia.
-Cada una tenía que dar un paso adelante a su manera, yo sólo soy la ramera más famosa de Inglaterra.
- Y la más temida.
-He de casarme con un patán adolescente de un país que ni siquiera conozco, para renacer y limpiar mi imagen, como antes tuve que hacer lo mismo con el conde, como antes con el teniente coronel,...
-Basta. Te tratas a ti misma como lo que no eres. No olvides que los medios nos van a llevar al fin que nos hemos propuesto.- y desperezando un brazo dió un golpe en el techo con un bastón para tal uso. El carruaje paró al instante y Cordelia abrió la portezuela para salir a impregnarse de la fogosa lluvia que casi le lastimaba la cara, estuvo así un momento contemplando el cielo y empapando sus vestidos, luego de ver que su criada salía presurosa del carruaje que iba detrás con un paraguas en la mano, se volvió hacia su compañera de viaje:
- Vuelvo a Paris. Allí será más fácil que consiga saber si la de Valbonne ha pisado cualquier casa y me lleve al rastro de Paulette.
Marie ya había desparramado sobre la cabeza de su señora el paraguas rosa que cubriera los bellos rizos de su protectora . A un gesto suyo, asió el paraguas y la mandó con la mirada que volviera al carruaje del que había venido. Marie agachó la cabeza y obedeció no sin antes mirar por el rabillo del ojo a la dama de verde que iba sentada en este carruaje.
-En cuanto cruce el Canal recibirás carta mía- la notificó Marjorie con la mirada fija en el paisaje que las rodeaba.- No sé porque temo que esta despedida es una de las más tristes que vamos a vivir, esas nubes no traen buenos presagios.
- ¿Fuiste tú? - le preguntó con los ojos acuosos Cordelia a su amiga
-Has tenido un largo viaje para preguntarme- espetó lady Marjorie
-¿Mandaste quemar el convento tú?- insistió su aparentemente frágil amiga.
-Esta lluvia sólo lo habría diezmado.
-¿Fuiste tú?- reintentó la bella Cordelia
Lady Marjorie cerró la portezuela y alzó el bastón de antes para que el cochero continuara, pero a través de los cristales miró a su amiga y negó con la cabeza.
Ahora , que sus caminos volvían a separarse durante un tiempo volvían a ser las mismas enemigas de siempre.

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